CAYAYOTABÚNOSTALGIA
Hoy se cumplen 16 años desde que el personaje más venerado del ¡Rock nacional!, ¡Rock nacional!, escapó de esta ladilla de ciudad. Pero hablar de Cayayo frente a mucha de la gente relacionada con, o seguidora del mundillo alternativo venezolano, es como hablar de Mahoma ante un auditorio donde están sentados algunos fundamentalistas islámicos; si dices algo que ellos consideren ofensivo, pronto estarás vestido de anaranjado y arrodillado frente a una cámara de video.
Dejemos claro que fui un fan desde que descubrí su música y pinta; en la etapa de Sentimiento Muerto, entre Sin Sombra No Hay Luz e Infecto de Afecto. Por esa época tenían buena rotación en las emisoras caraqueñas con Una Mirada Dice Todo y Dice Nada y Cabeza (de El Amor Ya No Existe, que ya llevaban tiempo sonando), además de las nuevas para ese momento; Nada Sigue Igual y Payaso. Está de más decir que mi enganche fue instantáneo y a continuación vino el respectivo "cómprame este disco", mientras estaba con mi papá en Maxy's de Bello Monte y tenía en mis manos el vinil de Sin Sombra...
...¡CRACK!, me agaché a recoger algo que se me cayó y al levantarme me sonó la espalda, continúo: Luego llegaron los CDs y fue el turno de Infecto de Afecto (para mi el mejor disco del grupo), pero luego murió Sentimiento y no se supo más de lo que estaba haciendo Cayayo, por unos meses, creo recordar. Hasta que desde finales de 1993, en Rockadencia de 92.9, comenzaron a rotar frenéticamente Terrenal y la primera versión de Sordera (también la primera versión de Hércules de LaMuyBestiaPop, pero esa es otra historia) cuya diferencia principal con la versión que terminaron incluyendo en La Violó, La Mató, La Picó, eran unos teclados más bien ochentosos que le daban un sonido distinto y hacían que esa versión fuese mi preferida. El cassette donde la tenía grabada se me perdió, si alguien la tiene en mp3 estoy dispuesto a pagarla por una buena cantidad de pesetas.
Esa versión de Sordera (la de los teclados) y Terrenal, sirvieron de soundtrack para innumerables momentos de mi euforia teenager, uno de ellos, el único blackout producido por el alcohol que he experimentado; mis últimos recuerdos antes que me apagaran la luz ese día de semana santa del '94 en las afueras de algún pueblito en Trujillo, fue estar enchaquetado brincando junto a otros adolescentes eufóricos a orillas de un río. Brincábamos y cantábamos al compás de ese par de temazos, que sonaban bestialmente duro desde las cornetas empotradas en un gran cajón instalado en la maleta de un Fiat Uno.
ff >> hasta noviembre del '99, en el concierto de Alanis Morrisette; un par de horas antes mi pana Alejandro me había llamado para ofrecerme una entrada que le sobraba, y aunque nunca fui fan de la canadiense, me pareció un plan repentino y divertido. Una vez dentro del Poliedro, vagando por sus instalaciones cerveza en mano, me consigo a un colega alternativoso que, sin anestesia, procedió a extirpar una parte de mi juventud al darme la fatal noticia. Como decía unos párrafos más arriba, lo sentido en ese momento fue comparable a lo sentido cuando escuché a Kurt Loder de MTV News, informar que su tocayo Cobain había muerto. Sólo que esta pérdida no ocurrió en Seattle sino en Altamira, y eso dolió un poco más.
Hoy quedan las experiencias vividas mientras de fondo sonaba Educación Anterior, Ausencia o Don Ramón. Queda también, al menos de mi parte, el deseo por no endiosar a una figura que era tan humana como tú y yo. Sin que esto signifique darle una patada al pedestal sobre el que está. Como dijo Pete Townshend (de unos tal The Who) en un testimonial de no recuerdo qué documental que hablaba sobre Keith Moon, Jim Morrison y Janis Joplin, entre otros: "Para ustedes son sus malditas leyendas, para mí eran mis amigos". Cayayo era nuestro amigo, aunque nunca haya conocido a muchos de nosotros.