julio 01, 2011


SAN FRANCISCO GIG REPORT
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TAME IMPALA
Con YUCK
18 de abril


Cualquier artista debe sentirse realizado por tocar en The Fillmore; uno de los más importantes auditorios de San Francisco. Con capacidad para alrededor de 1200 personas, su acústica, iluminación y presencia hacen que un show se convierta en una experiencia digna del recuerdo a largo plazo para quienes estuvieron frente al escenario y sobre él.





Los primeros en comenzar a elaborar sus futuros recuerdos fueron los ingleses Yuck; con el nuevo shoegaze que tanto gusta a grandes y chicos. Escuché su disco hace unos meses atrás y a decir verdad se me olvidó 5 minutos después, tal vez escuchándolos en vivo mi percepción acerca de ellos se elevaría un poco. Y se elevó, un poco.  Nada especial.

Lograron mantener a gran parte del público frente al escenario en vez de frente a la barra, incluso, entre canción y canción se escuchaban gritos del tipo: “great!” o “come back soon!”. Decente abreboca para la cucharada lisérgico-musical que nos iba a dar Tame Impala.

Llamarle neo-psicodelia a lo que tocan estos aussies es predisponer a quienes no los han escuchado –y a quienes les tienen alergia a la inevitable categorización de géneros musicales-. Generalmente se asocia la psicodelia musical con aburrimiento si no hay ingredientes adicionales para complementar la experiencia. Pero dejando los lugares comunes de lado y dándole un merecido crédito a estos niñatos, hay que decir que su música es toda una neo-psicodelia… à la Tame Impala; un sonido compacto que sin embargo dibuja paisajes amplios, una música para prestarle atención hasta que termines olvidando que le estabas prestando atención porque te abstrajiste demasiado.








Tame Impala at The Fillmore. April 18th. 2011. Photos by A Bear Knows Photos


Así fue el concierto; una experiencia de alto nivel cubierta por un aura totalmente trippy. Su disco entero tocado a la perfección con un poco más de intensidad y paredes de sonido que nos mantenían en una especie de trance colectivo mientras distribuíamos nuestras miradas entre los integrates del grupo haciendo lo suyo y las visuales sincronizadas con los sonidos que le daban un plus sensorial al show. Un par de temas nuevos mantuvieron el mood de ingravidez intacto y con ganas de escuchar más. De hecho, luego de la última canción la temperatura de nuestras manos subió a niveles alarmantes de tanto chocar entre sí, sólo para terminar de aceptar que finalmente no habría encore, algo extraño, tomando en cuenta que el encore es religiosamente esperado por  público y grupo, aunque esta vez se nota que los que no quisieron seguir fueron los encargados del lugar, quienes mientras recogían los instrumentos y equipos nos hacían señas -al público- diciendo que en efecto no habría más Tame Impala. Queríamos más, hubiésemos podido estar escuchándolos por el resto de la madrugada. 


Un concierto de antología que demuestra que dentro del hype hay mucha música rescatable que pasará la prueba del tiempo. Imposible de olvidar.

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